La historia de Vivian Mayer, la niñera de Chicago tras la que se escondía una maravillosa fotógrafa que no fue descubierta hasta su muerte, ha trascendido todas las fronteras por ser uno de aquellos relatos que parecen sacados de la imaginación de un novelista. Ahora en Barcelona se ha dado un caso similar y Vivian Mayer ya tiene su alma gemela en España. Se llama Milagros Caturla y casi diez años después de su fallecimiento está llamada a inscribir su nombre con letras de oro en el mundo de la fotografía.
El poder de las casualidades
Todo empezó como empiezan estas historias. Por casualidad. Un turista norteamericano, Tom Sponheim, compra en el mercado de los Encants, en Barcelona, un sobre de negativos fotográficos. Le cuestan 3,5 euros. De vuelta a casa, en Seattle, revela aquellos negativos y queda absolutamente fascinado ante lo que ve en las fotografías, que decide colgar en Facebook para saber si alguien puede saber quién es el autor de las mismas. Tanta curiosidad siente que contrata incluso un anuncio en la red social, segmentado en la ciudad condal y sus alrededores, para saber si alguien puede ofrecerle una pista.
Ese anuncio llega a una amante de la historia de la fotografía, Begoña Fernández, que se pone manos a la obra con la idea de encontrar al autor de esas preciosas imágenes. Pronto empieza a pensar que está buscando a una mujer. No mucho más tarde da con su nombre: Milagros Caturla. Y con su historia.
Milagros Caturla
Milagros Caturla, a su manera, fue una revolucionaria. Una mujer que a mediados de los ’50 y principios de los ’60, una época marcada por el machismo y la sumisión de la mujer, se unió a otras mujeres para romper barreras y techos de cristal, para reivindicar cámara en mano que había vida para las mujeres más allá de las barreras del hogar. A aquella época pertenecen los negativos comprados por Tom Sponheim, tomados con una Leica M2, que era su herramienta de trabajo, y con las que sacó unas fotos costumbristas, que reflejan escenas cotidianas de la época, de una enorme calidad artística y técnica que ya tienen fecha para su primera exposición (será en el Festival Revela’t -En Vilassar de Dalt a partir del 19 de mayo-). Y seguro que no será la última.
Milagros Caturla fallecío en 2008 víctima del alzheimer. Nunca tuvo hijos y su sobrino recuerda en declaraciones a El Periódico de Cataluña su pasión por la fotografía, a la que nunca se dedicó profesionalmente. Nadie en su entorno podía imaginar que aquella afición de Milagros pudiese tener tanto valor. Ni siquiera Milagros debió creerlo nunca. Hoy, una década después de su fallecimiento, todo apunta a que se convertirá en la Vivian Mayer española. Lástima que como la fotógrafa neoyorkina, Milagros tampoco esté aquí para verlo y para recibir en vida el homenaje que merece su hasta ahora desconocido trabajo.